Que endulzaron los coños de un millón de muchachas que se. estremecían en el

crepúsculo, y al alba se encontraban con

los ojos enrojecidos, pero dispuestos a endulzarle el coño

a la aurora, exhibiendo relámpagos de culo bajo los graneros y desnudos en el lago.


— Fragmento de Aullido.
A. Ginsberg.

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