La primera vez que fui a tu casa supe que siempre dejaría algo allí,
la vergüenza por la desnudez fue lo primero en quedarse,
luego mi virginidad
junto a los temblores de mis rodillas al roce de tus dedos por mis piernas al correr mis bragas.
junto a los temblores de mis rodillas al roce de tus dedos por mis piernas al correr mis bragas.
Así sucesivamente se fue quedando el resto de mi esencia,
los sudores en tu cama y la desaparición continua de todas mis pulseras.
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