
pero aun así cabíamos
el elefante, tú, yo,
y este amor que se nos salía de las manos,
perdón, del corazón.
El pequeño cuarto de paredes verdes
con sus gabinetes repletos de miel.
Mis pies descalzos, y tus brazos largos,
había mas de lo que podíamos necesitar toda una vida.
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