Las danzas de sus caderas se mezclaban con el viento,
sus cabellos hechizaban los ojos de Tanok en medio de la noche,
sus pies chocaban contra la arena en un enérgico moviendo de vaivén,
su piel morena y sus olores eran todo para Tanok.
Ixchel no tenia nada mas que ese momento,
bailarle a su marido al ritmo de tambores maya,
sacando el calor de su pecho en forma de pequeñas gotas de sudor,
disfrutaban del misticismo del amor de una forma que solo ellos parecían entender.
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