La última vez que hable con ella fue por teléfono, no nos habíamos vuelto a ver después que terminamos, me dijo que estaba en un trío, pero no tomé su palabra en serio, sabía que solo quería herirme, puesto que tenía el corazón roto y yo no lamentaba haberle hecho daño.

Uno meses después ella vino a mi casa buscando algunas cosas suyas que se habían quedado desde la última vez que estuvo aquí, conmigo.

Y esta vez había traído consigo a dos personas, una chica y un chico que parecían no tener cuidado con nada, se besaban muy apasionadamente. Ella subió hasta mi apartamento y sin decir hola, o mirarme a la cara siquiera solo me dijo, -Me das mis cosas? por favor. Solo atiné a entregarle lo que buscaba, estaba más preciosa que cuando habíamos terminado, traía puesto un vestido corto de una sola manga y el pelo corto y alborotado, por primera vez en ese momento me sentía mal de haberla dejado, aquella chica valía oro y es de las que se encuentran una vez en la vida.

Abajo en las escaleras los dos chicos esperaban por ella, que bajaba para unirse a ellos nuevamente, grande fue mi sorpresa al ver con que salvajismo él la apretaba contra él y la besaba igualmente o mas apasionadamente que a la otra chica, y luego ellas, mi hermano que la vio por un segundo quedó tan asombrado como yo, supe al instante como ardía su corazón todavía, como dolía, pero yo no era capaz de hacer nada, sentía que había perdido, aquella chica no era la misma dulzura que acariciaba mi cabello después de hacer el amor, no era la misma que dormía en mi pecho cansada, yo le había hecho daño, yo la había matado, y ella se había convertido en alguien tan diferente, en una desconocida y creo que ahora apenas si sabía su nombre.

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