Muy en el fondo esperas a que vuelva, quizá con la intensión de quedarme, y que pida a gritos un pedazo más de tu cuerpo, pero no, no será así. La vida, mi vida, en medio de todo tiene sus partes hermosas, y así mismo cambia -tal vez como las estaciones que van y vienen y no dejan rastro-, trae cosas nuevas, y es por eso que me resulta imposible permanecer estática en un solo lugar sin percatarme de lo que pasa de momentos ante mis ojos.
Quién fue el iluso que se engañó diciendo que el cuerpo es la cárcel del alma. Yo no sé tú, pero yo me siento libre en cuerpo y alma, y a pesar de todo, cuando te veo, cuando te tengo a mi lado, sólo se ve reír mi alma viendo de lo que es capaz mi cuerpo.
A veces es sólo deseo, pero éste deseo es mucho más que una palabra, es mucho más que sentimiento; es comezón en mis manos por querer acariciarte y posarme dentro de ti. Es pecado combinado con miel, es inquietud en mis labios, es desespero en mis piernas, es temblor en mi mirada. Siento que es más que aquella luna que en sueños se posa sobre mi pecho y que logro atrapar entre mis manos, con la clara idea de que sólo será para mí durante las pocas horas que lo necesite.

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