Venia, me besaba y volvía al puerto. Más otros vaivenes también repartía en distintos desembarcaderos. Una noche de tormenta, la marea picada meneaba el navío. Este vaiveneaba, él perdió el equilibrio y la noche se lo tragó. A veces es bueno que los voyvuelvo se vayan y no vuelvan, la zozobra autoforzada se vuelve peor.
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