Entre bailes míticos y canciones para los dioses, se encontraron solos. El pelo de Rawa se enredo en los ojos de Amaru para siempre. Pobre muchacho, hasta le murmuro al oído que le regalaba la tierra; y que ya no tenia dios por que ella se lo había llevado todo. Rawa lo miraba en silencio, aceptando la ofrenda.
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