A menudo se apagaba la luz que los mantenía unidos.
Pero ellos no sabían que hacía falta un millón abrazos entre ellos para poder apreciar la vida, aunque eso ya no era necesario del todo. Pues, los fantasmas son mejores siendo fantasmas que personas.
A veces son algo creídos, por eso de que pueden atravesar paredes y los vivos no.
Siempre tienen interesantes historias para contarme cuando vienen a posarse de noche en mi ventana, más no se dan cuenta que ya yo sé sus secretos...Algunos que se escapan por misteriosas y arrinconadas palabras que se quedan flotando en el aire palabras que van formando grietas mas grandes hasta dejarme entrar por completo como si de una puerta se tratase.
He llegado a ver lo triste que son algunos y como se dejaron morir.
Les gusta bailar y reír...beber vinos caros y saltar a asustar a algunas ventanas de vez en cuando.
Cuando nos conocimos, me parece que ellos olvidaron las reglas de los fantasmas de esperar que apagasen la luz y cerraran las ventanas, menuda risa que nos entró a todos en mi habitación.
Desde entonces ellos han entendido que no he de tenerles miedo por mi condición de vida...o más bien de casi muerte.
Lo que yo no logro entender, es porque si ellos han de temerle a la luz, entraron justo a mi habitación?
Nunca han querido decirme que morí y no me he dado cuenta...De que estoy allí con ellos y no les molesta eso que ignoro, si es la vida o la muerte...De que me niego a atravesar las paredes...Y no querer volver a salir de aquí. Ni perderlos a ellos jamás.
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